IMPACTO-TIC-EDUCACION

IMPACTO DE LAS TIC EN LA EDUCACIÓN

Miguel Ángel Quintanilla del Instituto de Estudios de la Ciencia y la Tecnología de la Universidad de Salamanca y Martín Carnoy, Catedrático de Educación y Economía de Stanford, analizan cómo las TIC (tecnologías de la información y comunicación) se han implantado en la educación y las consecuencias que han generado.

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Retos que la Educación debe asumir en torno a la Sociedad del Conocimiento


Reflexionando en torno a distintos postulados planteados por reconocidos e importantes autores en relación a la Sociedad del Conocimiento, se puede decir que:

Hoy en día, nos encontramos inmersos en una sociedad cuyo escenario intelectual, cultural y social es radicalmente distinto a diferencia del ocurrido en el siglo pasado, en el cual el progreso del país dependía de sus recursos materiales y de la inversión del capital realizado.  Actualmente, este nuevo tipo de sociedad que los estudiosos han convenido en llamar "Sociedad del Conocimiento", presenta como fuente principal de producción de riqueza y bienestar en un mundo cada vez más globalizado: el conocimiento, que en palabras de  (Tapscott, 1997: 68-71), se constituye en el elemento más importante de todos los eslabones de la cadena de valor en la producción de productos y servicios. De tal manera que,  los trabajos cuyo contenido es producir, distribuir y administrar datos, informaciones y conocimientos adquirirán más valor que los trabajos destinados a producir objetos materiales.

Hay que resaltar, que la evolución de esta sociedad del conocimiento se apoya fuertemente en el desarrollo acelerado de nuevas tecnologías de información y comunicación, impulsadas por los adelantos de la informática y la telemática, los cuales vislumbran desde sus inicios un cambio de paradigma en todos los ámbitos de la vida en sociedad.

Ahora bien, se podría decir que en este nuevo paradigma económico-productivo el factor más importante  ya no sería la disponibilidad de capital, mano de obra, materias primas o energía, sino el uso intensivo del conocimiento y la información. En este sentido, las economías más avanzadas dependerían cada vez más del uso competitivo del conocimiento y de las innovaciones tecnológicas.

Un aspecto fundamental, que debe tenerse en cuenta en este nuevo tipo de sociedad es que  tanto el aprendizaje como la información se constituyen en los dos elementos constitutivos de la sociedad del conocimiento, que en palabras de Manuel Antonio Unigarro Gutiérrez (2004), “No podemos escindirlos pues el conocimiento, desde siempre, ha estado ligado a ellos. No se podría entender el conocimiento sin el aprendizaje, y no se podría hablar de este último sin tener en cuenta la información”.

En vista de lo anterior, se puede decir que los retos que debe asumir la educación ante este nuevo tipo se sociedad, se verán reflejados en:

a.   Integrar las nuevas tecnologías en el sistema y cultura educativa. Lo anterior  implica replantear y redefinir los contenidos culturales del curriculum, para llevarlo a cabo, involucrará necesariamente realizar importantes inversiones económicas en dotación de recursos tecnológicos suficientes para las instituciones educativas y en la creación de redes telemáticas educativas; desarrollar estrategias de formación del profesorado y de asesoramiento a las instituciones educativas en relación a la utilización de las tecnologías de la información y comunicación con fines educativos; planificar y desarrollar proyectos y experiencias de educación virtual apoyados en el uso de las redes telemáticas, así como propiciar la creación de comunidades virtuales de aprendizaje y diseñar materiales educativos en web que puedan ser utilizados y compartidos por otras aulas e instituciones.

b.   Reestructurar los fines y métodos de enseñanza. Adecuar los fines y métodos de enseñanza al nuevo contexto de la sociedad del conocimiento requiere replantear los modos de actuación docente, los procesos de aprendizaje, así como las metas y formas de enseñanza. Esto significará que en los procesos formativos ya no sirve, como en décadas anteriores, que las personas memoricen y almacenen muchos datos e información (sobre geografía, historia, ciencias naturales, matemáticas, lingüística, etc.). Por el contrario, como afirma Unigarro (2004), debe enseñarse básicamente lo que lleve a solucionar los problemas inmediatos de la vida cotidiana. Así, lo único verdaderamente válido en la enseñanza será lo que toque directamente la existencia de los estudiantes.

c.   Cambio en los roles de los estudiantes. En el contexto de la sociedad del conocimiento, el estudiante debe convertirse en el protagonista de las acciones formativas. Es decir, que el papel y/o rol que asume el estudiante en este tipo de sociedad se caracterizará por ser más activo y por disponer de una gran autonomía y control sobre su propio proceso de aprendizaje. En el marco de esta sociedad el estudiante deberá aprender a desarrollar una inteligencia distribuida. De este modo, lo relevante del aprendizaje no es el desarrollo de la capacidad memorística, sino de los procesos de análisis y reflexión.

De allí, que esta nueva sociedad exija por parte de las instituciones educativas desarrollar como afirma (Pozo y Monereo, 1999)[1], "La capacidad de los alumnos a gestionar sus propios aprendizajes, adoptar una autonomía creciente en su carrera académica y disponer de herramientas intelectuales y sociales que le permitan un aprendizaje continuo a lo largo de toda su vida a través de la adquisición de estrategias para transformar, reelaborar y en suma reconstruir los conocimientos a que tiene acceso".

d.   Cambio de la estructura docente actual. Más que un trasmisor de conocimientos el docente de esta nueva sociedad debe caracterizarse por tutorizar y guiar el proceso de aprendizaje del estudiante, debe ser mediador del saber. Se ocuparía de planificar un procesos educativo abierto, flexible, con fuentes actuales, variadas, claras, motivadoras, entre otras; utilizando una metodología interactiva y cooperativa de trabajo. Al mismo tiempo debe saber analizar y perfeccionar su práctica educativa apoyándose de los distintos agentes de la comunidad educativa (participación de los estudiantes, vinculaciones con las empresas del entorno, etc.) y colaborando con otros profesionales en proyectos comunes. Estas actividades y funciones han de tener el soporte de la formación permanente y de la reflexión de la práctica educativa[2], serán requisitos fundamentales para el desarrollo de procesos de enseñanza-aprendizaje adecuado a los nuevos contextos y entornos sociales y tecnológicos.

e.   Extender la formación a través de redes de ordenadores: la teleformación. El reto en consecuencia, no sólo es la articulación de proyectos educativos apoyados en las redes de ordenadores, sino que los mismos posean la calidad pedagógica necesaria de modo que esta formación no sea de segundo orden respecto a las modalidades de educación presencial. Ello implicará, explorar las posibilidades pedagógicas de las herramientas de comunicación telemáticas. Con ello, la educación apuntaría a la creación de espacios de enseñanza sin limitaciones espaciales ni temporales, con las posibilidades de establecer relaciones colaborativas a través de comunidades virtuales de aprendizaje y contribuyendo así al desarrollo de la cooperación e investigaciones educativas.

En síntesis, podría decirse que el reto del futuro de la educación, está en consecuencia, en que las instituciones educativas y universidades innoven no sólo su tecnología, sino también sus concepciones y prácticas pedagógicas, lo que significará modificar el modelo de enseñanza en su globalidad: cambios en el papel del docente, cambios del proceso y actividades de aprendizaje del alumnado, cambios en las formas organizativas de la clase, cambios en las modalidades de tutorización, entre otras.

[1] POZO, J.I. y MONEREO, Carlos. Un currículo para Aprender – Aprendizaje Estratégico. Editorial Santillana, Aula XXI, Madrid, 1999.
[2] Ésta hace referencia a la autoevaluación que realiza el educador de su actividad docente cotidiana, con el propósito de la mejora y transformación educativas, académicamente recogida en procesos de investigación -  acción propia de una perspectiva crítica de la educación